viernes, 12 de diciembre de 2014

La Ley de los Etcéteras

La mal llamada Ley de Seguridad Ciudadana que aprobó ayer el Congreso supone desmantelar todo el capítulo de derechos y libertades que la desnutrida Constitución aún mantenía. Difícilmente puede aportar “seguridad” una ley que elimina la elemental seguridad jurídica de que sólo te condenen por algo que esté expresamente prohibido. Ahora queda a la ambigua interpretación de lo que “pueda alterar el orden público”, coletilla con la que terminan los artículos de la mayoría de las situaciones que penaliza. Que es tanto como meter en la ley un “etcétera” que le sirva de comodín a quien interese.

Con esta ley, cualquier autoridad puede suspender una manifestación legal sólo con considerar peligrosas las pancartas, por si se pudieran usar como palos. Cualquiera puede prohibir lo que considere irritante para alguien, por prever una reacción airada de los ofendidos. Ya sea un acto por la laicidad o una concentración de hinchas. Es una ley preventiva, pues castiga según las presunciones o los prejuicios de la autoridad, no siempre por hechos ya realizados. Vuelven a penalizar grupos, no personas que cometen delitos concretos. En esa generalidad de vagos y maleantes, la ley permite castigar (con multas, con cacheos) por el aspecto, el pelaje, las ideas o la vida privada (estar donde no deberían estar, según ellos, por ejemplo).

Es una ley ventajista pues defiende especialmente a quien la promulga. Capacita para multar todo lo que les moleste: manifestaciones, escraches, protestas pacíficas, críticas y convocatorias en redes sociales. Es una ley elitista que, aunque no le gusta al ochenta y dos por ciento de los encuestados, el gobierno mantiene en su convencida Ilustración paternalista. Es una ley justiciera, donde quien denuncia y quien castiga es la misma autoridad. Es una ley que saca ese castigo, que ahora será un trámite administrativo, de las garantías de un juicio justo, imparcial, con presentación de pruebas y testigos, y con presunción de inocencia. Esta derogación de la protección jurídica se completa con su también exclusivista Ley de Tasas, que sólo permite recurrir la arbitrariedad de esos castigos a quienes puedan pagárselo.

Es una ley inhumana que hace imposible el derecho de asilo. Es una ley opaca, que facilita la impunidad de posibles delitos cuando castiga la mera difusión de intervenciones policiales. Si éstas son abusivas, desproporcionadas o discriminatorias están penadas por el Código Penal. No se entiende que la obtención de pruebas, si ayudan a esclarecer cualquier delito, se considere colaboración con la justicia en todos los demás casos, pero merezca una fuerte multa si quienes delinquen llevan uniforme. En este exceso de celo protector, llegan a transmitir la desconfianza que el legislador parece tener en el cumplimiento legal de sus funciones de protección del libre ejercicio de derechos y de garantizar la seguridad ciudadana. Entendido en un sentido políticamente neutral, profesional y de servicio público. Este es el problema. Se legisla como si la seguridad ciudadana fuera sólo un asunto de orden público en el que se castigan las reacciones que no gustan pero no lo que las causa. El ideario y muchas de las propuestas de esta ley mordaza ya estaban, literalmente, en la Ley de Orden Público de 1959. Pero eso no es remover el pasado. Es imponerlo.

jueves, 4 de diciembre de 2014

La Escuela de Hostelería de Cádiz se encierra para no cerrar

Hoy, poco más de un año después de que los responsables políticos aseguraran que no volverían a darse más impagos, vuelven a encerrarse en la Escuela de Hostelería de Cádiz por la apatía con la que la Junta de Andalucía deja pudrirse el mejor vivero de talento para la hostelería gaditana que hemos tenido nunca. En medio de esa desgana con la que una cadena de incompetentes políticos dejan pasar el tiempo, sin capacidad para salir de una maraña burocrática que han engordado ellos mismos, está la tragedia personal de las trabajadoras y trabajadores de esta Escuela a los que, desde hace siete meses, no se les paga el trabajo que hacen.


A esos políticos no les reclamo la responsabilidad de que se vayan si no saben hacer su trabajo. Porque, escuchándolos, estoy convencido de que no saben cuál es su trabajo. Es gestionar, es administrar, es resolver. Es crear riqueza, no es secar, no es aburrir, no es desmotivar la que hay. No es justificar el poco interés y el poco tiempo que sus superiores le dedican a fortalecer el sector principal de la economía gaditana, el turismo. Es convencer a esos mismos ilustrísimos de que no es –como parecen creer- un problema menor, mal cuantificado en el número de quienes trabajan en la Escuela, sino algo tan fundamental como que la formación termina por decidir a nuestros posibles visitantes por un destino u otro. 

Hay muchos destinos más baratos que nuestra provincia, con tan buen clima como el nuestro, con una naturaleza tan hermosa y con unos ingredientes tan sabrosos como los nuestros. Si, al final, seguimos creciendo frente a las nuevas competencias es porque el turismo y la hostelería gaditanas están, en su mayor parte, en manos de personas formadas. Profesionales capaces de sorprender, de enriquecer, de mejorar un destino ya rico en lo natural. Una buena mesa y un buen hotel, comentado luego en la satisfacción de quienes nos visitaron, son nuestra más inmejorable publicidad. No sólo esos FITUR, ni esos viajes de promoción, ni esas megapresentaciones lujosas a la que tan gustosos se apuntan esos mismos políticos, y que no son más que vender humo tras humo si no existieran, sosteniendo el interés creciente por lo gaditano, tantos profesionales preparados en darle dignidad a este generoso trabajo. Ese es el verdadero problema de quedarnos sin la Escuela de Hostelería de Cádiz, de donde han surgido muchas y muchos de los reconocidos como los mejores.

A estas alturas, a esos políticos de la mensajería, conformes con hacer de meros intermediarios, apocados en no perturbarles la tranquilidad a quienes les mandan desde Sevilla, sólo les pido que se crean lo que dicen. Que defiendan esos discursos que alguien les escribe y sueltan sin arrugarse, sin que se les caiga la cara de vergüenza, tan bonitos. Eso de que el turismo es nuestra industria fundamental, la gran bolsa de empleo. No lo digo yo, lo dicen ellos. Un trabajo que, como también enseñan en la Escuela, incluyendo lo que de enseñanza tiene este encierro y esta lucha, tiene su principio en la dignidad. Condiciones de trabajo dignas y un salario digno, incluyendo el cobrarlo en cuanto se realiza. No deberían olvidarlo quienes ganan elecciones con la bandera –tan ondeada, tan bien sonante, tan correcta- de la defensa de la dignidad de los trabajadores. Pero, cuando se ponen elegantes, parecen olvidar no sólo cuál es su trabajo sino qué defienden.

lunes, 10 de noviembre de 2014

UNO DE LOS NUESTROS


El principal problema de la corrupción es la comprensión con la que buena parte de la sociedad juzga cada caso, según la simpatía o la afinidad que personalmente les despierta quien se beneficia de ella. Si esa comprensión se volviera rechazo absoluto a todos los casos, sin buscarle atenuantes o justificaciones a “nuestros” corruptos, podríamos hablar ya de casos aislables, a los que aplicar la ley. Pero la ley no resuelve ni los entramados de complicidad ni, mucho menos, las oscuridades con las que quien hizo esa ley quiso proteger a “lo suyos”.

En pocos días, hemos visto como multitud de firmas pedían un trato de impunidad para Isabel Pantoja, sólo porque les cae bien o porque consideran “menor” su corruptela, se supone que en comparación con otras más odiosas, las que practican los que no les caen bien. Desconfío de los que personalizan su indignación, nombrando solo por su nombre la podredumbre que afecta a los que él o ella no votarían nunca, ya se quejen de la Gürtel o de los EREs, para añadir, como un limbo, “y las demás cosas que pasan”. Se dice que lo que no se nombra no existe, al menos en la voluntad de quien habla. No se extrañen luego de que los partidos hagan, con los suyos, lo mismo que sus votantes. Entenderlos y protegerlos. A las pocas horas de saberse lo de los viajes de Monago, ya había salido su partido justificando esas visitas como de trabajo en las Canarias, aunque ninguno de sus correligionarios allí habían tenido reunión alguna con el viajante y les cogió con la hora cambiada para sumarse a la coartada. Si estuviera aislado, vigilado por quienes -tan de boquilla- defienden la integridad de los suyos, esa situación se habría sabido antes. Por eso me parece más grave lo que no se sabrá nunca, por la misma opacidad con la que sus señorías han regulado todo lo que hacen por nuestro bien. 

Porque puestos a indignarse me parece igual de abusivo que quien nos representa, con un sueldo sobrado para pagarse la ida y vuelta al lugar de trabajo, como hacemos todos, cargue sus escapadas personales al dinero de todos, y me da igual que sean para ver a la novia como para ver, cuando les apetezca, al marido o a la esposa. Eso que un cínico profesional de la política acaba de ampliar a “donde tienen su vida privada ese fin de semana”. Barra libre de tour operator que no sé dónde encaja en eso que el reglamento del Congreso de Diputados llama “gastos que sean indispensables para el cumplimiento de su función”. Y que en el del Senado se relaja de “indispensables” a “necesarios”. Y quizás aquí, en ser más exigentes con lo que es intolerable, a lo mejor, está la corrección de tanto expolio como padecemos.

Lo intolerable no siempre es delito. De hecho, hay una voluntad consensuada de las mayorías políticas por mantener actitudes de expolio del dinero público fuera del sacrosanto terreno de lo penal. Y eso es posible porque a mucha gente le parece normal lo intolerable, si lo hace uno o una de los nuestros. Cuando consideremos corrupción el poner a su servicio los medios de comunicación públicos, o comprar periódicos con la cuenta de los anuncios institucionales, o mantener asesores en cargos públicos para que trabajen para su partido, o usar información de la administración que gobiernan para amedrentar a sus adversarios, o que los contratos los ganen siempre legalmente los mismos, empezaremos a aislar la corrupción. No es sólo el que se lo lleva directamente. También quienes favorecen interesadamente a su grupo o partido. Los que se callan para no perjudicar a los suyos. Para que luego la organización les pague el servicio. Limpiamente.


Manuel J. Ruiz Torres

sábado, 25 de octubre de 2014

La Melaza, tambores de mujeres en el Candombe

Asistimos ayer, 23 de octubre, a la conferencia que sobre la historia del Candombe en Uruguay y la participación de la mujer en esta manifestación popular, ofrecieron dos integrantes del grupo La Melaza, Chacha (Ana Claudia de León) y Vanessa Gamarra.

El Candombe, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde 2009, es una manifestación que aúna el diálogo que se crea entre los diversos tambores, la danza que se mueve con esa música y, en ocasiones, el canto. Las componentes de La Melaza desplazadas hasta Cádiz para mostrar esta cultura afrouruguaya empezaron el acto, precisamente,,cantando su presentación. El nombre de la agrupación, la primera con la cuerda de tambores formada únicamente por mujeres, parte de la canción "Caras lindas", del compositor puertorriqueño Tite Curet Alonso: "Las caras lindas de mi gente negra / son  un desfile de melaza en flor (...)/ somos la melaza que ríe / la melaza que llora / somos la melaza que ama / y en cada beso es conmovedora".


Empezó Chacha haciendo un recorrido de la historia del Candombe. Desde el siglo XVI la trata de esclavos se convirtió en un gran negocio, en el que España entró directamente a finales del XVIII. El puerto de Montevideo se nombró único centro de entrada de esclavos negros en América. Allí, tras pasar una cuarentena, se distribuían por el resto del continente. La mayoría eran del área Bantú, bien del África Oriental (Mozambique) o de la Ecuatorial (Congo y Angola); también llegan de los reinos occidentales (Mina, Guinea, Fulah, Hauza, Carabalí). En su origen, los Candombes los celebraban los negros africanos y sus descendientes en las Salas de Naciones, según su origen, el 6 de enero, como recordatorio de la coronación de los Reyes Congos. Se nombraban un Rey y una Reina Congos, de origen africano. Algunos de aquellos instrumentos antiguos se han perdido: quijadas de burro o calabazas. Como tampoco se conocen las letras de lo que se cantaba.


Pasan a mezclarse con otros inmigrantes blancos en los Conventillos, viviendas colectivas, con cuartos individuales y comedores y baños compartidos. A partir de 1870 surgen las Comparsas de Sociedades de Negros. No surgen de cada Nación sino que ya son mezcla de las diferentes culturas de las naciones africanas. En el Carnaval de 1874 aparece la primera agrupación de blancos, la de Lubolos; comerciantes y profesionales que se pintaban de negro y vestían como los de origen africano.

Conventillo Medio Mundo, uno de los iconos de la cultura afrouruguaya

La Comparsa es la agrupación que reúne los personajes típicos del Candombe. La Mama Vieja, de baile cansino, representa toda una vida dedicada a sus tareas, es la ama de llaves, la esclava de confianza y la nodriza negra que amamantaba a los hijos de sus amos. El Gramillero o bastonero, de barbas blancas, que sabe de hierbas medicinales. El Escobillero, de atuendo africano, lleva en su indumentaria elementos de poder, como espejitos, cintas o caracoles; la escoba simboliza un arma, un instrumento de lucha.

El ritmo candombe está formado por un diálogo entre tres tipos de tambores: Piano, Chico y Repique. El más grave, el Piano, el más grande, es el que forma el ritmo, hace un llamamiento. Cada agrupación tiene un ritmo de piano que la identifica. Hay tres grandes estilos, según los lugares donde nacieron las principales agrupaciones de candombe. El estilo Cuareim, el más tradicional, con el ritmo pausado, alternando variaciones con los fraseos de los tambores repiques; el estilo Ansina, a un ritmo más rápido, donde los tambores piano combinan golpes repicados dialogando con los tambores repique; y el estilo Cordón, que es una mezcla de los dos anteriores.

El tambor Chico, el más agudo, mantiene la métrica. El tambor Repique lleva la creatividad y la improvisación.

La Melaza actuando en la plaza del Hotel Playa, el pasado domingo 19 de octubre

A continuación, Vanessa Gamarra hizo un interesante recorrido por la historia de la propia agrupación de La Melaza. Empezó con algunos precedentes de mujeres en el candombe, como un vídeo antiguo donde podía verse a una única mujer tocando en la cuerda de tambores. La única que iba sin máscara africana ni con el vestuario del resto de la comparsa. Siguió citando a otras mujeres fundamentales para el candombe, como Isabel "Chabela" Rodríguez, fundadora en 1995 del Coro Afrogama, con un importante activismo de identidad étnica y de género; o Berta Pereyra y Las Comadres.

En el 2005, con motivo del Día Internacional de la Mujer, hacen una convocatoria y desfilan, por primera vez, alrededor de 80 mujeres tocando la cuerda de tambores y unas 50 bailarinas. Después de salir en los años siguientes, en 2008 participan en el Desfile Oficial de Llamadas. Una fiesta popular en el que, durante dos días del Carnaval de Montevideo, desfilan las agrupaciones (que lo consiguen en un concurso previo) por las calles de los barrios Sur y Palermo. Ese año quedaron octavas entre veinte participantes. Este año 2014 han participado en el Desfile de Llamadas como invitadas, un honor como comparsa.

En el Desfile, que de alguna manera reproducen en los pasacalles que les hemos podido ver en Cádiz, primero va la portaestandarte, a la que sigue la bandera, y luego una serie de artilugios de fantasía (lunas, estrellas, luces), seguidos del cuerpo de baile y, tras ellas, los personajes (la mama, el gramillero y el escobero), las vedettes (una incorporación reciente, de mediados del siglo XX) y, finalmente, la cuerda de tambores, que marcan el pulso del desfile. El paso corto de las integrantes de esta cuerda de tambores se inspira en el andar lento de los esclavos, con grilletes en los tobillos, que apenas podían andar. Detrás de las comparsas se suman los seguidores o fanáticos de la cuerda y bailarines espontáneos.



Desfile de Llamadas el 14 de Febrero de 2014

Cada año eligen un motivo de vestuario y maquillaje, desde el que recordaba al origen africano de esta fiesta a los que incorporan detalles vegetales para homenajear a la naturaleza. Contaron que en 2012 mezclaron en su indumentaria y presencia los distintos orígenes del Uruguay actual. Con mujeres que representaban la criolla blanca europea, la indígena o la africana.


Actualmente el grupo está formado mayoritariamente por mujeres, de entre 20 y 55 años. Salen cada domingo por el barrio Parque Rodó, junto a la costa del Río de La Plata, donde vivían la mayoría de componentes de la agrupación cuando se fundó. La cuerda de tambores está formada exclusivamente por mujeres, si bien incluye hombres el último domingo de cada mes. En este tiempo, las mujeres han ido generando un estilo propio de tocar candombe, más cadencioso, con comunicación entre los tambores.

En el cuerpo de baile participan mujeres, hombres, niños y niñas.


Como final de su conferencia, dieron una pequeña muestra de su candembe. Nos explican en su web que tocan sobre la base del estilo Ansina, pero más lento. Con un toque firme pero no fuerte en volumen. Jugando con los matices de volumen y velocidad.

Companentes de La Melaza en Cádiz

miércoles, 15 de octubre de 2014

Poemas con alimento, de Eduardo Fraile

Traigo aquí, en cuatro partes, el recital que dio el poeta Eduardo Fraile en la muy popular Tienda del Bacalao, Alimentación Heras, ya con ochenta años de historia en Valladolid. Fue el 12 de abril de este mismo año, 2014. Y aquí, la crónica de ese recital.

Eduardo Fraile (Madrid, 1961) es poeta y editor. Reside en Valladolid. Tiene publicados diecisiete libros de poesía textual, para nada convencional. Directa, cómplice, hermosa, humana, limpia. Trabaja, también, la poesía visual y experimental.

En esta lectura, a instancias de su amigo, Javier Heras, propietario de la tienda, recita textos que hablan de comida, no como un placer hedonista ni individual, sino como un hilo que desentraña recuerdos muy profundos, privaciones y aprendizajes. La comida, con su carga de olores y tactos, muchos años después, nos acerca al origen. Y, si estamos atentos, explica, alivia o recompensa.




Y aquí, la segunda parte de ese recital.



La tercera parte:



Y, finalmente, la cuarta parte:



lunes, 29 de septiembre de 2014

Los Pichas de La Rondilla

Los Pichas es un grupo de Valladolid que rompen el tópico de esa ciudad como conservadora, seca, aburrida. Esa ciudad existe, claro, pero a su vez hay otra que supera esa asfixia que, en los días malos llaman Valladolor, y en los buenos, Pucela. Los Pichas son un grupo realmente grande, sorprendente, fresco, que nació sin ambiciones (para cantar en la boda de un amigo) y que crece sin cambiar esa intención de cantar para divertirse. Podrían ser un grupo gaditano, si nos agarramos a otro tópico, pero ni lo son ni falta que les hace. Aunque toquen el pito de caña diciendo que son violines, o hagan popurrís de Peret, o algunas de sus letras triunfarían como las mejores callejeras del carnaval gaditano. Pero no son de este ombligo. Se declaran más que localistas, de barrio. De La Rondilla. Lugar que, en una primera visita, pocos calificarían de maravilloso, siéndolo a raudales en su diversidad, en lo natural que parece ese sitio donde han terminado por coincidir inmigrantes de todo el mundo con los emigrantes también, que llegados del campo castellano, entraron a trabajar para la Renault, en el desarrollismo de finales de los sesenta.

Los Pichas en su actuación en el Bar La Luna, de Valladolid, este viernes 26 de septiembre

Dicen que hacen rumba rondillera, que es tanto como pasar por ese ritmo y esa actitud de barrio éxitos de la copla, desde Raphael a Bambino o Lorenzo Santamaría. A veces versiones exactas, transformadas del todo por esa manera canalla o socarrona de cantarlas.



Otras, quedándose sólo con el forro para llenarlo de textos propios. Así el "Soy rebelde", que interpretara Jeanette, pasa a ser su "Voy de verde", con un guardia civil amanerado, o el "Amigos para siempre", de Los Manolos, se convierte en todo un Himno de La Rondilla.



El cantante, Javier Carballo, es también actor del prestigioso grupo de teatro para niños Teloncillo, Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud 2013. Es, además, portavoz de la Plataforma por el Arte en Vivo de Valladolid. Junto a él, tocan Alberto Vicente, a la guitarra; Agustín de Villafáñez, (con un largo recorrido en bandas históricas de Valladolid: Reflejos, Exit, UA, Rosas en Blanco y Negro o Bitter Fix) a la percusión, e Iván Pastor, al bajo eléctrico. Tienen un directo potentísimo.

Aquí una actuación bastante completa:




miércoles, 18 de junio de 2014

NOS ENVENENARON


En unas horas (hoy mismo, 18) se presenta “Sin comillas”, libro que recopila artículos periodísticos de 22 autoras y autores con sus muy particulares maneras de entender la realidad, o  sus sucedáneos. Yo soy uno de esos autores. Como me pedían varios artículos publicados y uno inédito, me vi en la tesitura de releer mis opiniones de hace unos años, en especial los artículos políticos que bajo el título de “Los Peligros” publiqué en La Voz de Cádiz. Es decir, hace entre cinco y diez años. Lo pasé mal en esa selección porque no me reconozco ahora en aquella persona templada, tolerante, comprensiva con quienes no pensaban como yo. Argumentaba entonces cada opinión, citaba leyes, normas que se incumplían en cada crítica que les hacía. Nunca llamé a nadie mentiroso, porque eso suponía prejuzgar sus intenciones de engañarnos. En esos casos, sólo señalaba que lo que decía quien fuera no era cierto. Y recuperaba datos de la hemeroteca, declaraciones donde se pedía en la oposición lo que se negaba en el gobierno. Y viceversa. Creía en esta democracia, incluso en su aceptado juego de hipocresías que garantizaba cierta convivencia. Ya no creo.

En tan pocos años han vaciado tanto de contenido ese pacto chantajista que supuso la transición, que lo que queda ahora es sólo el culto oficial, la liturgia cada vez más preconciliar, en latín y de espaldas al público, repetitiva y autoindulgente, de elegir quienes harán lo que les dé la gana hasta la próxima. A base de quedarse con todo el sistema nos han dejado fuera a los demás. Parece que sigue sin importarles. Ya pudieras votar socialista que las circunstancias del mercado convirtieron tu elección en soluciones neoliberales para un drástico recorte del gasto social; ya votaras, a la siguiente, a los populares que, el mismo mercado de antes, convirtieron tu elección en soluciones estalinistas, como la nacionalización de la deuda. En lo que coincidieron ambos es en que había que pagar antes esa deuda que crecer como país, sin cuestionar si la deuda era justa y quienes la habían contraído, para que se la pagaran ellos, como hago yo con mi hipoteca. Nos envenenaron.

A ese primer gran legrado de la Constitución, le han seguido otros, no insignificantes. A la decepción socialista le ha seguido, con el gobierno popular, todo un desmantelamiento de derechos reconocidos, al menos nominalmente, en esa misma Constitución, sólo intocable para lo que les interesa. Pero si fue un pacto, donde unos y otros cedieron, ahora se elimina lo que los totalitarios creen que cedieron ellos. Se han cargado la tutela de la justicia poniéndole un precio a quien litigue, dejándola como un arma para amedrentar a quien no pueda pagársela. Se cargaron esa misma justicia promocionando sólo a los jueces propios, expulsando a quienes los persigan. Se cargaron poder dirimir las distintas interpretaciones de la Constitución nombrando a un militante propio como árbitro del partido. Se cargaron los medios de comunicación privados comprándolos con dinero de todos; se cargaron la credibilidad de los públicos poniéndolos a su servicio. Son ejemplos de apropiación indebida de esa Constitución.

El derecho de manifestación, tan fundamental, ha pasado a someterse a la interpretación interesada de cualquier Delegada del Gobierno. El de igualdad ya ha desaparecido hasta del Código de Circulación. El de la libertad personal va camino de depender más de la autoridad que de la justicia. El derecho a la educación se queda para quien pueda pagársela. Se quita de la pública lo que se da a quienes defienden la misma moral excluyente del gobierno. La sanidad vuelve a ser un negocio sucio que cuenta muertos en sus balances de resultados. El derecho al trabajo ya se tilda de antisistema. Nos envenenaron estos insaciables.

Se dicen liberales pero ya están entrando a saco en mi vida privada. No quieren que comparta coche; ni que comparta casa con quienes no formo una “familia”, tal como la entienden ellos, tan católicos; ni que sea emprendedor de mi propia energía alternativa; ni que apoye con mi escaso dinero proyectos culturales que no controlan. Legislan sobre la privacidad sexual de las mujeres, maquillan las estadísticas de malos tratos, indultan la agresión sexual. Castigan con cárcel mis opiniones, por muy incorrectas que les parezcan. Ya no tengo ni derecho de alegrarme si se muere alguien cruel, ni de apoyar una protesta en las redes por si acaba en disturbios, ni de despotricar de unos símbolos que me han impuesto, ni de elegir lo que mi corazón llama patria, coincida o no con la de ellos. Ahora se peca de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Ellos incumplen su parte del pacto constitucional pero quieren que nosotros cumplamos la nuestra: monarquía, economía de mercado, indisoluble unidad. No soy tolerante, ni comprensivo, ni sumiso con quienes me hacen la vida imposible. Ya no defiendo ese espacio común porque ya no existe. Hay que crear otro. Sigo creyendo en la política, con otras maneras. En lo que quiero que venga cabe mucha, muchísima gente, expulsada del sistema, fuera del mismo. No es un proyecto de progresistas o conservadores (tiempo habrá de discutir luego) sino de respeto mutuo: no nos roben, no nos engañen, no se crean mejores (ni peores) que nosotros, defiendan lo público porque es de todos, repartan, protéjannos porque somos iguales que ustedes, pidan perdón cuando se equivoquen, váyanse cuando no sepan qué hacer, no quieran vivir de nosotros, hagámonos todos la vida mejor. Nos envenenaron tanto que ya notamos que nos crecieron las defensas. De hecho, no pierdo la esperanza de volver a ser tolerante. Después de la limpia.

Manuel J. Ruiz Torres

lunes, 12 de mayo de 2014

GUAPAS, LAS SALVAJES EN EL SALÓN DE VARIEDADES



En “Guapas”, el último espectáculo de la Compañía Las Salvajes, de Guadalcacín, un sencillo salón de belleza sirve para concentrar el mundo en el cubículo de un escenario, para permitirnos mirar a través de esa ventana indiscreta algunas de las maneras con las que las mujeres se relacionan con otras mujeres. Creo que es ese, el de la comunicación femenina, el gran asunto del que trata esta obra. No tanto sobre la belleza, que la limitaría a la comedieta que no es, sino sobre las alianzas, complicidades y reproches que tejen ese universo de mujeres que, aquí expresamente, ha querido dejar fuera de cámara a los hombres. Este planteamiento no supone otra cosa que recuperar el primitivo sentido del teatro, que fue antes necesidad de comunicación que expresión artística. Algo que vino después, cuando se pasó del rito al mito, y el instinto se revistió de literatura. Una evolución que también conquista esta obra, según avanza, y a la que le llega igualmente el arte –a raudales, incluso, sobrado- pero como consecuencia del propio talento individual de las actrices y del director, no de un rebuscado texto complacido. Me cuesta llamar “teatro aficionado” a la mágica complicidad que estas grandes actrices consiguen con su público. Es cierto que, fuera de estas horas de exposición asombrosas, se dedican a trabajos más manidos; pero, y aquí el hechizo del teatro, en escena, estas Salvajes se engrandecen hasta hacer parecer fácil y fluido  lo que no puede ser más que consecuencia de mucho trabajo y de mucha agudeza personal bien dirigida.

El guión, desarrollado por Julián Oslé, de reconocida trayectoria en grupos teatrales importantes de la provincia, es una envenenada sucesión de pequeñas escenas en la que, con apariencia bondadosa y sin maniqueísmos, se va destripando una delicada red de pequeños rencores, sueños merecidos, personas buenas y malas, lucha de clases y, cómo no, también las exigencias que la sociedad –incluidas también bastantes mujeres- impone sobre la figura, el porte y la belleza del ideal femenino. La crítica, con el vehículo deliberadamente divertido del teatro de cabaret, de esa imposición de lo externo sobre lo sustancial, es permanente en la obra. Otras, en montajes más cargantes, ya la habían planteado. Pero, aquí, la genialidad –y, a la vez, lo que hace que esta crítica social sea permeable y cale en más público- es el formato elegido. Oslé partió, para su montaje, de un texto de Carmen Pombero, guionista de series televisivas de éxito (como “Mujeres” o “Sin tetas no hay paraíso”), donde utiliza las hechuras bien organizadas de lo que llamamos comercial, para darle absoluto protagonismo a esas mujeres capaces de apoderarse de su propia existencia, sin estridencias pero también sin mansedumbres. Julián Oslé hilvana esas escenas en una obra coral, sin destacar unas mujeres sobre otras, con las puntadas del teatro de variedades. Un género a recuperar, y que esta obra, “Guapas”, dignifica con ingenio, aprovechando la empatía con la que el público recibe esta explosiva combinación de humor, música, mímica y agudeza verbal. El gran éxito de esta obra es su capacidad de evocar, incluso en jóvenes que no lo vivieron pero crecieron con ese acervo cultural común, los grandes momentos del teatro chino de Manolita Chen o los fastuosos espectáculos de las salas de fiesta, como el Pay Pay gaditano o El Plata de Zaragoza, que, en un contexto patriarcal no muy distinto al que aún vivimos, eran soterradas subversiones del orden establecido. La parodia, y entonces el público encaja que lo que ha visto es puro teatro social, muy bueno, acaba con el reparto de sus propias fotografías por las actrices, mujeres muy reales, verdaderas triunfadoras de este escarnio de cualquier superficialidad, sea de belleza natural u operada.


Manuel J. Ruiz Torres

Imagen del Almanaque de Las Salvajes 2014

domingo, 11 de mayo de 2014

Presentación de "Abecedario", de María Jesús Ruiz

Se presentó ayer en la Feria del Libro de Cádiz Abecedario (Ed. Torremozas, 2013), el primer libro de poemas de la portuense María Jesús Ruiz Ribau. Actuó como presentador el escritor Manuel J. Ruiz Torres, autor también del prólogo de este poemario. Si emotivos, en su sencillez y rotunda honradez, son los poemas de este gran libro, aún más conmovedores quedaron con el conseguido diálogo musical que realizó con ellos el pianista Leo Algaba. Interpretó una mayoría de creaciones musicales propias, junto a alguna espléndida versión personal de clásicos como el bolero "Sabor a mí", transmitiéndonos la empatía con la que se reconoce en estos poemas. Como dijo en el coloquio al finalizar la lectura, a Leo Algaba le gusta la poesía de María Jesús Ruiz por su lenguaje sencillo, del pueblo, por la naturalidad con el que cuenta sentimientos que también nos importan y suceden a la mayoría. Esta presentación ha supuesto, para quienes no lo conocíamos, descubrir también la veracidad y la franqueza de su música. La conexión entre poesía y música que ambos lograron engrandeció enormemente esta presentación.

Leo Algaba, al piano, y María Jesús Ruiz, leyendo uno de sus poemas

Transcribo a continuación la presentación que de Abecedario hizo Manuel J. Ruiz Torres:

El abecedario es como llamó el latín tardío al alfabeto griego, y antes aún al fenicio. Representan, en símbolos, un mundo finito y ordenado. Nombra, en todos los idiomas, las primeras letras. En el original fenicio, esas dos primeras letras significaban “buey” y “casa”. Es decir, alimento –y, en vida, la forma de obtenerlo- y hogar, refugio. Si simplificamos el universo, la vida se reduce a continuarla de la forma más segura posible. Afortunadamente, llegaron los artistas que pintaron las cuevas –es decir, los hogares- de formas que invocaban el alma de los animales, y la fortuna de cazarlos. Y esas almas necesitaron dioses que las protegieran. Y, muchos milenios después, esas imágenes se hicieron poesía para intentar explicarnos el alma. Hay que decir, que en toda esta evolución, algunas mujeres y hombres siguen sin salir de las dos primeras letras, y su mundo aún se reduce al buey que los alimenta y a la casa que los cobija. Otras, y algún otro incluso, precisaron ampliar el abecedario porque el alma les creció tanto que necesitaban muchas explicaciones para que las entendiéramos en sus necesidades.

Hoy estoy muy contento de poder presentar el primer libro de María Jesús Ruiz, que pertenece a esa estirpe de las que no se conformaron con las dos primeras letras para explicarse su vida y sus esperanzas. Es su primer libro pero no se confundan, no es un libro primerizo. Ha tenido el buen juicio de madurar antes como persona, y de paso como poeta, para ofrecernos ya una propuesta bien seria. Analizo su libro en el prólogo. En una primera lectura parece un poemario de metapoesía, es decir un ejercicio de mirarse dentro de la propia necesidad de escribir lo que nos pasa. Pero sería simplificar demasiado. Fue Octavio Paz quien señalaba que la metapoesia se convierte, en realidad, en una reflexión sobre las limitaciones del lenguaje. Es decir, de la comunicación. Y eso es, justamente, lo contrario a un mero juego de espejos donde no dejamos de mirarnos a nosotros mismos. Cualquiera habla, o escribe si publica, para los demás. Se explica, siente la necesidad de explicarse.


Digo en el prólogo: “El Abecedario que titula el libro es su particular dios de la poesía, quien juega con las letras para convertirlas en emociones. Ese ejercicio de prestidigitación se convierte en magia cuando está dotado de alma.  La poesía se transforma también en hogar, en compañera, en confidente, cuando nos reconocemos en su necesidad. Del valor de ambas aportaciones trata el armazón de este libro. Cuando los poemas hablan de su propia condición literaria no son un ejercicio de metapoesía teórica, sino una profundización en el espíritu de las palabras como, en el pasado, algunos médicos diseccionaban los cuerpos buscando el órgano que alojaba el alma.  Cuando, en otros, los poemas son refugio, alimento, agua, lumbre, son, sobre todo, nombres de la felicidad, de la plenitud. Si la poesía, más que como lenguaje como actitud, es el armazón del libro, este edificio se abre al mundo a través de grandes ventanales tintados. Las vistas del mundo, la especie, la vida, el ser humano en sus múltiples incoherencias, generosidades y traiciones le producen amor y descreimiento a la vez. No evade sus propias contradicciones, sino que las aprende y apresa para crecer y mejorarse en lo que de personal recorrido iniciático tiene también este libro.”

Recomiendo hacer la primera lectura de este libro de una vez, no perderse la hilazón ni la organización (al cabo eso es un abecedario, códigos ordenados) con la que nos presenta su mundo. Después podremos disfrutar de las gemas una a una, apreciar su belleza única. Pero, antes, el libro se merece crecer en su parsimonia, en su comedimiento. En el prólogo utilizo la figura del glaciar como metáfora de la vida que se abre su camino. Pero esa agua congelada, si vivida con emoción siempre crecida en su volumen, arrastra también piedras, areniscas, pequeños o grandes sinsabores, alegrías también, que son las que abrasan lo que se encuentran, las que marcan las rocas con estrías como señales de su paso. De esas rayaduras que la vida deja hablan también estos poemas de María Jesús Ruiz. Si siguen su cauce, verán que hasta el hielo que ha resistido las últimas glaciaciones llega a derretirse. ¿Tienen final los libros de poesía? En Abecedario, el libro que están a punto de conocer, el lenguaje, ya ordenado, termina como útil para hablar de amor, de humanidad y de valentía. Es la particular conclusión de este hermoso libro. Que la poesía, en su humildad, nos acompaña siempre en esos retos que tanto necesitamos.

El libro Abecedario puede conseguirse en el puesto que la librería "Manuel de Falla" tiene abierto en la Fería del Libro de Cádiz (Baluarte de la Candelaria), del 9 al 18 de mayo. Después de esa fecha, en la misma librería, en la plaza Mina de Cádiz.

martes, 25 de febrero de 2014

¿Qué es la Historia?



Confieso que empiezo a divertirme tanto con las reacciones indignadas a la inteligente broma de Jordi Évole del pasado domingo como con el endiablado juego de espejos que supuso su programa. Y me agrada, por lo que engrandece el debate que, entre quienes lo detractan, haya muchas personas a las que aprecio mucho intelectualmente. No se trata de tener sentido del humor, que ya sabíamos que este país no lo tiene, salvo para reírse de seres que considera, por lo que sea, inferiores, incluyendo animales y primeros ministros. No se trata tampoco de sorprenderse de la incontable legión que, esa noche, se levantó del sillón televisivo mutada en críticos artísticos para desdeñar la obrita de Évole, comparada con la también bromita de Orson Welles que, por lo oído, es aquí objeto de un encendido debate cultureta, digno de la mejor causa futbolística. No se trata tampoco de medirnos ahí, como con un contador Geiger televisivo, nuestro sentido del humor, nuestra capacidad artística o nuestra simple perspicacia, por el momento concreto del programa en que descubrimos que todo era una farsa. Yo no lo descubrí hasta que el propio Évole nos lo contó, al final. Lo cual, a bote pronto, quiere decir dos cosas: la primera, que lo que nos contó no me pareció inverosímil, ahondando en una sospecha –fundada o no- que lleva muchos años circulando por ahí; la segunda, es que, si nos lo cuenta alguien que nos merece credibilidad (en mi caso, Gabilondo), estamos dispuestos a creernos cualquier cosa. Como explicó el propio Évole esa era la intención de su programa. No entiendo la irritación de quienes se sintieron engañados cuando, en este país, nos engañan todos los días sin avisárnoslo luego.  De hecho, el telediario de la cadena pública nos cuenta, diariamente, una realidad que es mentira. Y hay quien se la cree, y hay quien cambia de canal, a que le cuenten otras (o las mismas) noticias, según los propios interesados objetivos de las cadenas. Y si la actualidad es tan fácil de tergiversar, ¿cómo no va a serlo la Historia?

La Historia, como ciencia, ni es exacta ni es precisa (como tampoco las llamadas ciencias exactas lo son). En estadística, la exactitud mide lo cerca que de la realidad se encuentra el valor medido, y la precisión lo mucho que se repiten valores cercanos, aunque no sean ciertos. Extrapolando a la Historia, muchas opiniones coincidentes, por muy precisas que sean, no garantizan que cuenten la realidad pasada. Y tampoco llegamos a conocer completamente la exactitud de esa realidad, porque la interpretación (no deja de ser eso la Historia) que hacemos de los hechos depende de las piezas que conocemos de ellos en cada momento, nunca todas ni completas. La aparición de nuevas piezas del puzzle (documentos, confesiones personales, ciudades enterradas) nos hace replantearnos esa interpretación; a veces, incluso, para defender lo contrario que hasta entonces. Convirtiendo la Historia en un ejercicio de verosimilitud que, eso sí, debería ser siempre honesto. Y ya sabemos que no siempre lo es. (Y la manipulación puede conseguir desde resultados bobalicones, como que una mayoría se crea lo de piconeras que trabajan el carbón con cancán, madroñera y camafeo, hasta tan criminales como llamar periodo plácido a una dictadura sangrienta). La Historia, como cualquier ciencia, o como cualquier actividad humana, necesita una actitud escéptica a la hora de interpretar lo que se conoce, porque ese conocimiento podría cambiar, un poco o del todo, y porque las patrañas también pueden legarse, interesadamente, a las generaciones futuras. Creo que eso es lo principal que debería enseñarse en las clases de Historia. A dudar siempre de quienes dicen poseer la Verdad. Por precaución.


Manuel J. Ruiz Torres

viernes, 24 de enero de 2014

Presentación de "Un fuego inesperado", de Ricardo Rodríguez

Presentamos ayer en Cádiz, en la sede de la Fundación "Carlos Edmundo de Ory", Un fuego inesperado, segundo libro de poemas del escritor jerezano Ricardo Rodríguez (1961). Es también el segundo libro publicado en la Colección DKV, de la editorial Libros Canto y Cuento, que dirige el escritor José Mateos.

De izquierda a derecha: Javier Vela, Ricardo Rodríguez, José Mateos y Manuel Ruiz Torres

El acto lo inició Javier Vela, poeta y gestor de proyectos de la Fundación Carlos Edmundo de Ory, con una introducción de bienvenida, pero también de complicidad y cercanía poética con el libro que se presentaba. Como voz de la Fundación habló de los encuentros y sinergias con la Fundación Caballero Bonald, donde trabaja Ricardo Rodríguez; como poeta, señaló lo mucho que le había deslumbrado el libro que se presentaba.

A continuación, José Mateos hizo una breve presentación de esta Colección DKV, apoyada por la compañía de seguros del mismo nombre, lo que le sirvió para una corta reflexión sobre el mecenazgo privado en estos tiempos de crisis económica, también para los proyectos culturales. Este es el segundo libro de la colección, que sigue al Mirador, de Pilar Pardo. Citó los próximos proyectos de publicación, el más inmediato el libro La luz de hoy, del poeta portuense Ángel Mendoza. Sobre Un fuego inesperado, destacó no sólo la perfección formal que había alcanzado aquí Ricardo Rodriguez, sino también el "pálpito" de lo que transmitía. Ese sustantivo -pálpito-, como capacidad de conmover, es lo que diferencia el lenguaje poético del cotidiano, aún utilizando las mismas palabras. Una certera precisión que confirmaría, luego, el propio Ricardo, cuando ejemplificó esa capacidad al hablar de una piedra, como un objeto común pero capaz de servir para transmitir emociones.


Manuel Ruiz Torres empezó su presentación aludiendo a la larga amistad, de más de treinta y cinco años, que le unía con Ricardo Rodriguez cuando, como estudiantes, formaban grupo de apasionados por la literatura (Rilke, Cortázar) con otro amigo común, Ramón Hernando, a quien describió Ricardo como "poeta que aún no ha publicado nada, que su obra es su vida, él mismo".

Pasó, luego, a interpretar las tripas del libro, en sus tres partes: "Ese fuego prende cuando no había esperanza ni se creía que fuera a suceder nada favorable, que es una descripción emocional del vacío. No es un fuego fatuo porque no se inflama desde la putrefacción sino desde las propias reservas de supervivencia, como esa combustión espontánea que ya describía Virgilio como una llama que sale del cuerpo de una mujer, Julia, un fuego que lame sin llegar a quemar. Para esclarecer ese fuego, pero también para encontrarlo, Ricardo Rodríguez traza un mapa, en su libro, de tres estancias fronterizas. Son tres bloques, tres partes en el libro, pero los caminos continuamente se entrecruzan, salen de un estado emocional para volver a adentrarse en el anterior, las mismas imágenes resurgen y convergen a lo largo de todo el poemario".

Terminó la presentación el propio autor, Ricardo Rodríguez, que leyó algunos poemas del libro.


Reproducimos uno de los poemas de este brillantísimo libro:

EN AQUEL SUEÑO

Con qué delicadeza se movía
por el cielo encendido, entre los árboles,
el pájaro que ayer vi en aquel sueño.
¿Qué quería decir, qué me decía
entre las ramas súbitas y espesas,
aquella levedad de plumas blancas?
¿Que soñar es vivir y que los seres
que amamos en los sueños nos alientan
como un soplo divino al despertarnos?

Ahora, mientras miro a este otro
pájaro gris que vuelve al nido, pienso
cuál es el verdadero, si el astuto
gorrión atento y precavido
que mide las distancias,
o ese breve latido del espíritu
que ayer llenaba el bosque, en aquel sueño.

sábado, 18 de enero de 2014

SO PENA DE AMOR ROMÁNTICO

 (Imagen tomada de la web www.pikaramagazine.com)


Comparto con muchas compañeras y compañeros el convencimiento de que si la sociedad es sumisa, dominante, recelosa o insegura de sus propias capacidades, es porque nos han enseñado a amar con esos mismos presupuestos de la desconfianza, la desigualdad y la insuficiencia personal. Si no cambiamos nuestras relaciones con quienes elegimos como más cercanos o más cercanas, será imposible que las cambiemos con el resto. Ese cambio supone, nada menos, que replantearnos toda nuestra capacidad de amar  para construir nuevas formas de relacionarse, empezando por rechazar lo que, de las actuales, nos lleva a la infelicidad. Esa revolución será feminista, o no será revolución de ninguna clase. Me sorprende quienes plantean un cambio radical de sistema económico pero sin tocar el sacrosanto orden patriarcal, dejándolo en una especie de socialdemocracia de los afectos, donde se condenen las formas de maltrato menos sutiles pero no se cuestione el entender el amor como una inevitable cesión de derechos personales.

No me parecen felices quienes padecen celos, o la necesidad de la presencia permanente del otro u otra, o quienes renuncian al propio crecimiento profesional o humano, o quienes subordinan los gustos propios a los de quien escogieron. No me parecen personas felices quienes defienden perderse la mitad de sí mismas para ser la media naranja de otra persona. Como tampoco entiendo que a ese amor de las amputaciones lo llamen amor romántico. Muchas compañeras y compañeros con quienes comparto esta revolución también lo llaman así. Y creo que regalamos un término popularmente cargado de connotaciones positivas –romántico- a quienes están en el reaccionario interés de que nada cambie. Como movimiento artístico, lo romántico es la conciencia individual, la originalidad, la rebeldía, la diferencia. Mucho más cerca de ese amor insumiso, participante, no reglado, no sujeto a número ni a género de participantes, diligente, creativo, emancipado y, por convencimiento, en atención permanente. Creo que es un error concederle esos valores a ese amor ortopédico que reclama las muletas de otro para sostenerse, a ese amor resignado que no sabe prender de entre sus cenizas, a ese amor defensivo, a ese amor ciego que idealiza imposibles de cumplir, a ese amor intrusivo que se exige omnipotente, a ese amor que no sabe terminarse. A esos caminos a la infelicidad los seguimos mal etiquetando como amor romántico, incluso para criticarlo. Pero es como si, después de escribir un buen libro, bien argumentado, emocionante, confortador, la pifiáramos con un mal título que ahuyente el interés de conocer esta revolución. Encima, a nuestro amor de personas iguales y enteras lo llamamos, con asepsia, amor confluente. Como si en este amor nuevo no mandaran también el disfrute y la ternura.

Manuel J. Ruiz Torres

jueves, 16 de enero de 2014

CUATRO REFLEXIONES INQUIETANTES SOBRE LA REPRESIÓN EN GAMONAL



(Foto tomada de www.teinteresa.es)

La suspensión, justo ahora, de las obras especulativas en el burgalés barrio obrero de Gamonal nos permite detenernos en algunas reflexiones inquietantes.

1. Se extiende la convicción de que sólo se tienen en cuenta las opiniones contrarias cuando se manifiestan con violencia. Ese vecindario lleva más de tres meses protestando diaria y pacíficamente y, en ese tiempo, nadie se ha dignado a escucharles. Ocurre igual cuando otras manifestaciones y mareas de muchas miles de personas son ninguneadas, o se les provoca reduciéndolas a cifras ridículas. Es evidente que se busca desmantelar el derecho de manifestación por la vía de la desmotivación. Pero también supone dejar a las manifestaciones “autorizadas” sin su cínica utilidad de contener y encarrilar las protestas dentro de los apaciguados cauces de la democracia formal. ¿Ha renunciado el Partido Popular a mantener las apariencias de esta democracia? Si, al final, se premia la violencia, ¿tiene el Partido Popular algún interés en avivar esa violencia, por ejemplo como excusa para una represión mayor, o es simple incompetencia?

2. Se han producido detenciones e incidentes porque la policía prohibía la estancia en la calle a partir de una determinada hora, en un supuesto toque de queda. Tal figura no existe en nuestra legislación. Es más, en la sacrosanta Constitución de 1978 se  reconoce, como derecho fundamental, el de circular libremente por el territorio español (art. 19). Y, expresamente, (art. 55), sólo puede suspenderse con una declaración de estado de excepción o de sitio. El primero, por Consejo de Ministros previa autorización del Congreso, y el segundo por mayoría absoluta del Congreso. ¿Ha derogado el Partido Popular la Constitución sin que nos enteráramos?

3. La policía ha entrado en portales de bloques para continuar sus cargas. El portal es una propiedad común de las viviendas de ese edificio. Y esa misma Constitución consagra la inviolabilidad de los domicilios, “sin consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito”. La jurisprudencia constitucional ha aclarado el sentido de domicilio, que incluye no sólo la vivienda sino espacios anexos a la misma. De nuevo, ¿ha derogado el Partido Popular la Constitución sin que nos enteráramos?

4. Finalmente, la injuria como apabullante política de comunicación. El Gobierno ha hablado de kale borroka, de antisistemas, de profesionales itinerantes de la bronca revolucionaria, hasta de la insolidaridad –ya ven, qué sarcasmo- de quienes se oponen a convertir la vieja carretera nacional en un bucólico bulevar para bicicletas y peatones. Pero todos los detenidos viven en Burgos y no tienen antecedentes. Las fotos desmienten esa imagen prefabricada de terroristas de la calle cometiendo “atentados”, presentándolos en su naturalidad de trabajadoras y trabajadores muy indignados. Les están robando, les quieren hacer pagar otra vez por una calle que ya pagan con sus impuestos. Es un repago repetitivo que ya hace mucho que pasó de irritante. Allí y aquí. Nos están robando. ¿Cree el Partido Popular que las protestas, como algo sólo imaginable en criminales, deberían criminalizarse? Están en ello. Se llama Ley de Seguridad Ciudadana.


Manuel J. Ruiz Torres